sábado, 27 de noviembre de 2010

todos tenemos el "don" de sanar

El don de sanar reside en cada uno de nosotros. No es un don que se concede sólo a unos pocos. Es una cualidad innata suya y mía. Todo el mundo puede beneficiarse de la curación, y todo el mundo puede aprender a sanar. Cada cual puede sanarse a sí mismo y a los demás.
Usted se proporciona curación, aun cuando no quiera llamarla así
¿Qué es lo primero que hace cuando se ocasiona una herida?
Generalmente, ¡toca la parte herida de su cuerpo¡. Puede incluso
sujetarla para tratar de mitigar el dolor. Este instinto físico envía
también energía curativa a la parte afectada.
Si se relaja y coloca sus manos sobre la herida más tiempo de lo que haría normalmente,  comprobará cómo tiene efecto una curación aún más intensa.
Todas las madres tocan, abrazan, besan o acarician a sus hijos cuando éstos contraen algún dolor, y hacen lo mismo con el resto de sus seres queridos. Si usted observa estas sencillas reacciones y procede a estudiarlas, constatará que cuando usted toca a alguien a quien quiere mucho, se produce un efecto más intenso que si toca a un desconocido. Lo más probable es que haya conferido a su tacto una esencia especial: la esencia del amor que siente hacia esa persona. Como ve, usted ha sido siempre capaz de sanar, pero no tenía conciencia de ello.
Cuando usted está alegre, feliz, lleno de energía, o en cualquier otra disposición positiva, su tacto será más
agradable para los demás que si estuviera de mal humor. La energía que encierra un contacto malhumorado
no es la misma que existe en un contacto alegre. Su estado de ánimo en un momento dado se expresa a
través de su energía. Cuando aprenda a regular su estado de ánimo y, en consecuencia, la naturaleza de su
energía y su flujo energético, pronto utilizará su energía para sanar. Esto es lo que hacen los sanadores.
Simplemente, aprenden a percibir y regular su energía para utilizarla en la curación.

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